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Wednesday, April 21, 2010

Es el momento de la verdad

Comienza la Postemporada de la NBA

Es el momento de la verdad

Los 16 mejores equipos de la temporada regular se enfrentan con una sola meta… definir al mejor de todos

La temporada 2009- 2010 de la NBA es la sexagésima cuarta en la historia del baloncesto norteamericano. Durante casi 6 meses. 30 equipos se enfrentaron entre sí, cada equipo tuvo 82 partidos llenos de intensidad con un único motivo: llegar a los “Playoffs”. Ese día llegó y se definieron los 16 mejores de la liga; 8 por la Conferencia del Este y 8 por la Conferencia de Oeste. Ahora los jugadores tienen una meta; obtener el trofeo y llevar en su dedo el añorado anillo de campeón.

Cada conferencia tiene a sus representantes; cada uno de ellos se enfrentará al resto, hasta que quede el mejor de cada conferencia. Así se definirá la Final, el mejor del Este contra el mejor del Oeste. Este año los 16 representantes son bastante interesantes: por el Este tenemos a Cleveland, Boston, Orlando, Atlanta, Miami, Milwaukee, Charlotte y Chicago; por el Oeste se encuentran Los Ángeles, Denver, Dallas, San Antonio, Portland, Utah, Phoenix y Oklahoma City. Cada uno tiene sus fortalezas y debilidades; no importa lo que haya pasado en la temporada regular, cualquiera de los 16 puede ganar.

El favorito es Cleveland Cavaliers; LeBron James está teniendo una temporada de ensueño y, a diferencia del año pasado, este año está muy bien acompañado. El Rey, como se le conoce a James, terminó la temporada regular promediando 29,7 puntos por partido, 8,6 asistencias y 7,3 rebotes; además fue quien más triples dobles con 5. Acompañándolo se encuentran los 18,7 puntos y 8,4 rebotes de Anwtan Jamison y los 15,8 puntos y 5,3 asistencias de Mo Williams. Los Cavs terminaron la temporada con más victorias que ningún otro equipo (61) y como equipo promediaron poco más de 102 puntos por partido con una efectividad del 48,5% en sus lanzamientos. Dejando a un lado los datos, la principal razón por su favoritismo es la sed de James por tener su primer anillo; y así pasar a los libros de historia como un vencedor.

Por el Oeste, Los Angeles Lakers son el equipo a vencer. Terminaron la temporada regular con 57 victorias y además son el campeón defensor. Kobe Bryant es su líder tanto dentro como fuera de la cancha. La Mamba Negra (sobrenombre de Kobe) promedió 27,0 puntos por partido, para acompañar sus 5 asistencias y 5 rebotes. Sin embargo, el campeonato pasado se debe a la presencia del mejor jugador internacional de la Liga, el español Pau Gasol. El catalán promedio 18,8 puntos por partido y 11,3 rebotes esta temporada. La fuerza de los Lakers viene por su defensiva, fueron los líderes en rebotes totales por partido esta temporada con 44,32; además sólo le permiten 44% de efectividad al rival. Otro factor importante es el genio en el banco; Phil Jackson es el entrenador con más anillos de campeón en la historia. Él es el cerebro tras la ofensiva triangular de Los Ángeles; ofensiva que les ha dado 4 anillos a los Lakers, y 5 a los Chicago Bulls de Michael Jordan en la década de los 90.

Boston Celtics es siempre un equipo a tener en cuenta, por ser “el monstruo de 3 cabezas”. Paul Pierce, Kevin Garnett y Ray Allen son las tres cabezas que se encargan de despedazar a cualquier rival que se les interponga; entre ellos promedian casi 50 puntos por partido. Sin embargo, el éxito de los bostonianos se lo deben al joven que ha unido a este equipo, Rajon Rondo. Él promedia casi 14 puntos por partido y casi 10 asistencias; defensivamente fue el líder en robos con 2,33 por juego. Los Celtics terminaron la temporada con 50 victorias.

Los Dallas Mavericks sorprendieron después del Juego de las Estrellas en la mitad de la temporada. Su líder es el alemán Dirk Nowitzki; que promedió 25 puntos por partido y casi 8 rebotes. El germano tiene varias temporadas establecido como uno de los mejores en la liga; lo único que le hace falta es el anillo de campeón. Dirk quiere dejar de ser uno de esos “grandes que nunca ganaron” y su sueño es alzar el trofeo. Junto a él, se encuentra Jason Kidd, con sus casi 10 asistencias por juego; se encarga de distribuir la ofensiva entre Josh Howard, Jason Terry, Caron Butler y Shawn Marion (cada uno de ellos con al menos 12 puntos por encuentro). Los Mavs van a ser un equipo duro y enfocado durante esta postemporada.

Orlando Magic ha demostrado que no sólo depende de triples y de la fuerza de su estrella Dwirght Howard. Los finalistas del año pasado hicieron cambios importantes y trajeron al canadiense estrella, Vince Carter. Juntos cubren todas las posibilidades, fuerza y poder cerca del aro, y lanzamiento a media y larga distancia. Además, la defensa de los Mágicos es exorbitante; siendo Howard el foco central con 13,2 rebotes por juego y groseros 2,8 tapones por partido. Este equipo ha demostrado, en los últimos años, que en la tierra de Mickey Mouse no sólo hay atracciones y parques, también, se juega al baloncesto.

Denver Nuggets es un equipo que viene de menos a más; Carmelo Anthony, su estrella, no deja de sorprender noche tras noche. “Melo” promedió 28,2 puntos por partido, casi 7 rebotes y poco más de 3 asistencias por encuentro; su habilidad y fuerza para llegar al aro y su frialdad a la hora de sacar los lanzamientos, lo convierten en uno de los mejores de la liga. A su lado, tiene la fuerza del brasileño Nené, la inteligencia y capacidad de pase de Chauncey Billups y la intermitente pero increíble capacidad de J.R Smith. Los “Pepitos” de Denver tienen todo lo que se necesita para llegar lejos.

Cada equipo tiene sus cosas a tomar en cuenta: la velocidad y explosión de Steve Nash para los Phoenix Suns; la ofensiva y capacidad para anotar del joven Durant para Oklahoma City Thunder; el liderazgo de Dwayne Wade para el Miami Heat; los increíbles pases de Deron Williams para el Utah Jazz; la alta efectividad de Joe Johnson para los Atlanta Hawks; la agilidad y habilidad de Derrick Rose para los Chicago Bulls; la experiencia y frialdad de Manú Ginobili para los Spurs de San Antonio; la determinación y garra de Brandon Jennings para Milwaukee Bucks; la defensa acérrima de Marcus Camby para los Portland Trail Blazers; la fuerza y garra de Stephen Jackson para Charlotte Bobcats. No importa cuál sea el equipo, todos sueñan con lo mismo…el anillo, y harán lo que sea para obtenerlo.

Friday, April 2, 2010

Michael Schumacher se aferra al volante una vez más

Después de 4 años descansando, la leyenda roja se viste de blanco

Michael Schumacher se aferra al volante una vez más

El alemán deja el retiro y regresa al máximo nivel del automovilismo mundial, pero… ¿pilotando un Mercedes?


Michael Schumacher es oriundo de Hurth, una pequeña colonia al oeste de Alemania. Desde chamo, el alemán demostró su amor por el motor y el asfalto. Con la corta edad de 4 años, estuvo en su primer auto, un kart de pedal modificado por su papá; curiosamente también tuvo su primer accidente. A partir de ese momento, Schumi no ha dejado de estar rodeado de bujías y arrullado por los motores. Sin siquiera licencia para conducir, el joven Michael ya causaba estragos en la Kart alemana y Mundial. Después dio su paso a la gran carpa… el automovilismo profesional.

Michael es simplemente el mejor piloto que ha nacido; cualquiera que lo haya visto correr sabe que tengo razón. El alemán comenzó desde abajo en la Fórmula Ford, pero en sólo 3 años ya había llegado al máximo nivel en el automovilismo, la Fórmula Uno. Comenzó pilotando un Benetton en 1991 como piloto de pruebas; ya para el año siguiente era el titular indiscutible de su escudería. En la temporada 1994 y 1995, el calculador y frío alemán se destapó; ganó sus 2 primeros campeonatos con la escudería que vestía el color azul. Inmediatamente después de su triunfo, Schumi firma contrato con la escudería italiana con la que cambiaría la historia, la squala rossa, la casa de Maranello… Ferrari.

La lista de palmarés de Schumi es infinita y además posee casi todos los records en la gran carpa; 7 títulos, de los cuales 5 fueron consecutivos, más victorias (91), más “pole positions” (68), más dobletes-pole position y victoria-(40), más vueltas rápidas (76), entre muchas otras. Michael se encargó de faltarle el respeto a cualquiera que intente imponérsele. En el 2006, el frío alemán declaró su despido del automovilismo, ante un conmovido equipo rojo y una triste fanaticada. El titán del asfalto se iba; se terminaba una era. Durante 3 años, el alemán se encargó de supervisar y aconsejar a la escudería roja; se habló el año pasado de que volvería, pero una lesión en el cuello se lo impidió.

El 23 de Diciembre del 2009, el automovilismo recibió el mejor regalo de Navidad; Michael Schumacher iba a estar detrás del volante en la campaña del 2010. Sin embargo, algo llamó la atención; Schumi se vestiría de blanco y no de rojo. El piloto alemán correría para Mercedes GP, no para la squala rossa. La casa de Maranello, se encargó de traer a Fernando Alonso, quien fue al final de la carrera de Schumi su Némesis; ahora Schumi correrá en contra de la escudería que lo vio ser el mejor de la historia. Ahora los fanáticos andan en una encrucijada. ¿Mantenerse como tifosi de la escudería… o irle al piloto que hizo de la escudería lo que es ahora?

Para cualquier fanático es doloroso ver a su ídolo vestir otros colores; ésta no es la excepción. Ver a Michael Schumacher en su glorioso regreso con colores distintos a los rojos, es un golpe duro. Sin embargo, nadie lo refuta. Schumi volvió al automovilismo, eso es lo relevante e importante. Junto a quien lo dirigió en sus tiempos de gloria (Ross Brawn), se está comparando este regreso con la vuelta de Niki Lauda o Nigel Mansell. Ahora el piloto alemán va tras el record de Juan Manuel Fangio, que con 46 años ganó su último campeonato. El ser el piloto con mayor edad en ganar un campeonato es quizás el único palmarés que no posee.

No importa la escudería que apoyes, no importa los colores que uses, el regreso de Michael Schumacher es un privilegio y un lujo para cualquier apasionado del automovilismo. Aunque el piloto se vista de rojo, de blanco o de morado, su regreso a la Fórmula Uno es algo que nadie debe perderse; y, así como nos tiene acostumbrados, será todo un espectáculo.